NICK: Pizkita
Nadie
seca mis lágrimas como ella. Me encanta sentir su áspera lengua
rosita recorrer mis mejillas sin dejarse ni una sola gota. A veces
creo que me lee el pensamiento, que sabe lo que lo que necesito en
cada momento…
Nuestras
vidas se cruzaron en el momento preciso, ella estaba en la calle y yo
andaba perdida. Sonrío al recordar la primera vez que la vi en
brazos de mi hermano. La pobre no hacía más que maullar, tenía
hambre, un dedito roto y buscaba amor. Así nos conocimos. Nuestro
vínculo se hizo grande e íntimo en cuestión de días. Nos
buscábamos la una a la otra. Ella buscaba hogar y yo compañera de
viaje.
Realmente
no puedo expresar con palabras lo agradecida que le estoy, ella me
salvó. Y tras idas y venidas al final acabamos en un hogar feliz en
el que poder correr, salir de nuevo a la calle y “gatusear”
libremente.
Dormíamos
juntas, no nos separábamos, éramos compañeras, cómplices y
compinches. En este nuevo hogar feliz degustó los más exquisitos
platos: que si un poquito de atún, que si otro poquito de filete y
por supuesto no podía faltar una más o menos amplia variedad de
mariscos, siendo sus preferidos los langostinos.
Con
ella cada día era mejor que el anterior, la casa se había
transformado, rebosa vida y amor (aparte de algún que otro pelo).
Incluso los más reacios a tratar con gatos acabaron sucumbiendo a
sus encantos. Y es que no hay nada como convivir con un gato.
Los
años han pasado, han habido cambios pero ella sigue ahí, un poco
más gordita, eso sí, pero con la misma y dulzura y bondad de
siempre. No he conocido animal (racional y no racional) tan bueno y
leal como ella. Tengo que confesar que estoy enamorada de esta
gatita, me robó el corazón y no he querido que me lo devuelva.
A
veces pienso si ella será tan feliz junto a mí como yo lo soy junto
a ella. Su ronroneo me serena, me calma y tranquiliza. Junto a ella
todo es más bonito, me transmite su fuerza y por eso me he decidido
(por fin) a escribir este relato, porque ella, una vez más, ha
secado mis lágrimas y me siento en el deber de gritar al mundo
entero (y además dejarlo por escrito) que: NENA, ¡TE QUIERO Y MI
CORAZÓN SIEMPRE SERÁ TUYO!
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ResponderEliminarVoto!! Y estoy segura de que ella es igual de feliz contigo!!
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