NICK: ALEXEY
BLANCO
Llevabas tiempo diciéndonoslo, y aun así nos ha pillado de sorpresa. Jamás pensé que te irías tan pronto y tan de repente. Será porque te he visto luchar y ganar todas las partidas, por duras que fueran, y pensé que esta era simplemente una más. Y me lo decías con tu mirada, y yo intentaba trasmitir al mundo tu mensaje para que me ayudaran a luchar contigo, que te me morías, pero no fue suficiente, a veces tenemos la batalla perdida desde el principio.
No fui yo quien quiso
estar contigo, fuiste tú, quien, ya gato formado en el mundo de la
calle, decidiste que era estar en nuestra compañía lo que deseabas
para el resto de tu vida. Y, a pesar de que estábamos convencidos de
que no había sitio para ti en casa, te esforzaste en buscar tu
rinconcito, con paciencia, tesón y mucho, mucho cariño fuiste
ganando tu espacio, incluso en el corazón rocoso de Lucas. Y así
fue como un gato callejero se convirtió en el rey de la casa durante
toda la vida. Y con tu experiencia has abierto la puerta a muchos
más, que han sido y serán siempre los beneficiados por tus
esfuerzos primeros.
Ya no me esperas paciente a que despierte para darte tu desayuno y me saludas desde el piso de abajo con tu forma de decir buenos días. Mi café mañanero es ahora mucho más triste porque no he de pelear contigo por mis galletas y mi leche. Empezaste a hacerlo esporádicamente y al final conseguirte tener tu tacita de café con galletitas solo para que me dejaras en paz.
Ya no tengo a nadie que
me persiga por la casa cuando la limpio, ni que se meta debajo de las
sábanas cuando intento hacer las camas. No hay nadie en las ventanas
que me impida cerrarlas en su momento, o colocar las cortinas
correctamente. Solo tú conseguiste que consintiera dejarlas mal
puestas con el único objetivo de que pudieras salir y entrar sin
contratiempos.
¿Y qué me dices de tu
verdulero en la cocina? Si, lo considero de tu propiedad porque ese
mueble fue comprado única y exclusivamente para que pudieses
disfrutar de una buena vista del jardín desde la ventana de la
cocina. ¡Y lo que me costó encontrar uno que reuniese tus
condiciones! Pero lo has disfrutado, y me alegro, y, a pesar de ser
totalmente consciente de que era solo tuyo no has dudado en
compartirlo. Y ahora está vacío.
Cada día, al llegar las
9 de la noche bajabas al garaje esperando escuchar el sonido del
motor de mi coche para ser el primero en saludarme cuando llegase del
trabajo, el primero, siempre, con tu ronroneo y tu refrote.
Ahora mismo, mientras te
escribo esta carta ante el ordenador, con lágrimas cubriendo todo mi
rostro y mis ojos doloridos de tanto llorarte, estarías sobre mis
piernas, ronroneando e intentando captar toda mi atención para que
dejase todo lo que tuviese entre manos y te dedicase unos besos y
caricias, que era lo que más te gustaba en la vida. ¡Qué grande
has sido mi amor! Conocerte era quererte, incluso aquellas personas
que decían no estimar a los gatos tenían que reconocer que eras
especial. Has sido el punto de unión de todos los animales de esta
casa, te hiciste respetar y querer, y ahora has dejado a Golfo y a
Lucas perdidos, maullando y dando vueltas por la casa buscándote,
quebrando aún más mis fuerzas al ver cómo te echan de menos igual
que yo. Y a tres chiquitines, con los que llegaste a jugar ya sin
apenas ganas, que se han quedado huérfanos del mejor maestro que
hubiesen podido tener, y yo que contaba con tu ayuda para crear los
nuevos lazos en esta familia que crece. Tengo miedo, porque no hay
nadie ahora que pueda hacer esta labor.
Querías irte, no querías
luchar más, me lo dijiste el viernes cuando llegué a casa y te
miré, y, agonizante, durante la noche, entre besos, lágrimas y
caricias me despedí de ti y te dejé marchar. Te fuiste dulcemente,
con cara de felicidad, con tu cabeza en mis manos, mirándome como
siempre a los ojos y con un dulce ronroneo de fondo. Era como si
quisieses decirme que era el momento, que estábamos haciendo lo
correcto y que contábamos con tu aprobación. Te compre una toallita
blanca, como tú, te coloqué con tus patitas dobladitas, como cuando
te tumbabas al sol y te preparé suavemente para tu viaje final.
Ahora descansas en tu
rincón favorito del jardín, donde pasabas horas tomando el sol, y
donde Luismi, con los ojos llenos de lágrimas preparó tu lecho
definitivo. Desde ese día hay flores blancas, como tú, en ese
rincón y Golfo va directamente allí cuando sale al jardín y yo
también, y nos saludamos por las mañanas como hacíamos antes,
porque tu decidiste quedarte con nosotros y con nosotros seguirás
para siempre. Un beso mi Blanquito, te querremos siempre.
SI TE GUSTA EL RELATO DE ALEXEY PON LA PALABRA VOTO EN COMENTARIOS.GRACIAS
VOTO!!! no he dejado de llorar desde el principio!!! Que grande son nuestros compañerosss!!
ResponderEliminarEs verdad!! a mi me paso lo mismo he de reconocer que el relato es precioso. Un emotivo homenaje a Blanco. Enhorabuena a Alexey!!.
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ResponderEliminarfabuloso,me emocianod muchisimo voto para ese pekeño y para ti
EliminarVoto, para Blanco y para todos los gatos que nos dejan. En su recuerdo.
ResponderEliminarVoto. Por desgracia se lo que sientes. Un abrazo y mucho animo.
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