jueves, 17 de enero de 2013

BLANCO

CONCURSO DE RELATOS
NICK: ALEXEY
BLANCO

Llevabas tiempo diciéndonoslo, y aun así nos ha pillado de sorpresa. Jamás pensé que te irías tan pronto y tan de repente. Será porque te he visto luchar y ganar todas las partidas, por duras que fueran, y pensé que esta era simplemente una más. Y me lo decías con tu mirada, y yo intentaba trasmitir al mundo tu mensaje para que me ayudaran a luchar contigo, que te me morías, pero no fue suficiente, a veces tenemos la batalla perdida desde el principio.
No fui yo quien quiso estar contigo, fuiste tú, quien, ya gato formado en el mundo de la calle, decidiste que era estar en nuestra compañía lo que deseabas para el resto de tu vida. Y, a pesar de que estábamos convencidos de que no había sitio para ti en casa, te esforzaste en buscar tu rinconcito, con paciencia, tesón y mucho, mucho cariño fuiste ganando tu espacio, incluso en el corazón rocoso de Lucas. Y así fue como un gato callejero se convirtió en el rey de la casa durante toda la vida. Y con tu experiencia has abierto la puerta a muchos más, que han sido y serán siempre los beneficiados por tus esfuerzos primeros.

Ya no me esperas paciente a que despierte para darte tu desayuno y me saludas desde el piso de abajo con tu forma de decir buenos días. Mi café mañanero es ahora mucho más triste porque no he de pelear contigo por mis galletas y mi leche. Empezaste a hacerlo esporádicamente y al final conseguirte tener tu tacita de café con galletitas solo para que me dejaras en paz.
Ya no tengo a nadie que me persiga por la casa cuando la limpio, ni que se meta debajo de las sábanas cuando intento hacer las camas. No hay nadie en las ventanas que me impida cerrarlas en su momento, o colocar las cortinas correctamente. Solo tú conseguiste que consintiera dejarlas mal puestas con el único objetivo de que pudieras salir y entrar sin contratiempos.
¿Y qué me dices de tu verdulero en la cocina? Si, lo considero de tu propiedad porque ese mueble fue comprado única y exclusivamente para que pudieses disfrutar de una buena vista del jardín desde la ventana de la cocina. ¡Y lo que me costó encontrar uno que reuniese tus condiciones! Pero lo has disfrutado, y me alegro, y, a pesar de ser totalmente consciente de que era solo tuyo no has dudado en compartirlo. Y ahora está vacío.
Cada día, al llegar las 9 de la noche bajabas al garaje esperando escuchar el sonido del motor de mi coche para ser el primero en saludarme cuando llegase del trabajo, el primero, siempre, con tu ronroneo y tu refrote.
Ahora mismo, mientras te escribo esta carta ante el ordenador, con lágrimas cubriendo todo mi rostro y mis ojos doloridos de tanto llorarte, estarías sobre mis piernas, ronroneando e intentando captar toda mi atención para que dejase todo lo que tuviese entre manos y te dedicase unos besos y caricias, que era lo que más te gustaba en la vida. ¡Qué grande has sido mi amor! Conocerte era quererte, incluso aquellas personas que decían no estimar a los gatos tenían que reconocer que eras especial. Has sido el punto de unión de todos los animales de esta casa, te hiciste respetar y querer, y ahora has dejado a Golfo y a Lucas perdidos, maullando y dando vueltas por la casa buscándote, quebrando aún más mis fuerzas al ver cómo te echan de menos igual que yo. Y a tres chiquitines, con los que llegaste a jugar ya sin apenas ganas, que se han quedado huérfanos del mejor maestro que hubiesen podido tener, y yo que contaba con tu ayuda para crear los nuevos lazos en esta familia que crece. Tengo miedo, porque no hay nadie ahora que pueda hacer esta labor.
Estuviste junto a mí, en mis momentos difíciles, con tu inteligencia eras capaz de saber cuándo necesitaba consuelo y cariño, y con tu gran generosidad lo brindabas sin reparos. Eras libre, fuerte, hermoso… y eras mío y no por posesión, sino por entrega. Tenías que ser grande por fuera, porque eras enorme por dentro.
Querías irte, no querías luchar más, me lo dijiste el viernes cuando llegué a casa y te miré, y, agonizante, durante la noche, entre besos, lágrimas y caricias me despedí de ti y te dejé marchar. Te fuiste dulcemente, con cara de felicidad, con tu cabeza en mis manos, mirándome como siempre a los ojos y con un dulce ronroneo de fondo. Era como si quisieses decirme que era el momento, que estábamos haciendo lo correcto y que contábamos con tu aprobación. Te compre una toallita blanca, como tú, te coloqué con tus patitas dobladitas, como cuando te tumbabas al sol y te preparé suavemente para tu viaje final.
Ahora descansas en tu rincón favorito del jardín, donde pasabas horas tomando el sol, y donde Luismi, con los ojos llenos de lágrimas preparó tu lecho definitivo. Desde ese día hay flores blancas, como tú, en ese rincón y Golfo va directamente allí cuando sale al jardín y yo también, y nos saludamos por las mañanas como hacíamos antes, porque tu decidiste quedarte con nosotros y con nosotros seguirás para siempre. Un beso mi Blanquito, te querremos siempre.




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8 comentarios:

  1. VOTO!!! no he dejado de llorar desde el principio!!! Que grande son nuestros compañerosss!!

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    1. Es verdad!! a mi me paso lo mismo he de reconocer que el relato es precioso. Un emotivo homenaje a Blanco. Enhorabuena a Alexey!!.

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  2. Respuestas
    1. fabuloso,me emocianod muchisimo voto para ese pekeño y para ti

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  3. Voto, para Blanco y para todos los gatos que nos dejan. En su recuerdo.

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  4. Voto. Por desgracia se lo que sientes. Un abrazo y mucho animo.

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