MIS MEMORIAS. Por Ron M.
Guau Guau….huy,
perdón, no recordaba que esto era para humanos, volveré a empezar.
Queridos
lectores, voy a contaros mi historia.
Nací algún día de marzo de 1999 en algún lugar que no recuerdo muy bien. Pero lo que sí recuerdo es el día en que
conocí a mi familia humana.
Fue a principios
de Abril y me llevaron a un sitio, que no sé por qué, me daba un poco de miedo.
Sitio al que por cierto he vuelto y no me gusta un pelo. Ni el sitio ni la
señora que está. Creo que su ama le puso el nombre de Médico porque cada vez
que voy a verla mi amita me dice “vamos al médico”. Bueno volviendo al tema, un
día de
Abril conocí a la que iba a ser mi familia. Me daba un poco de miedo, de donde venía no me habían tratado muy bien y no sabía cómo iban a portarse conmigo. Pero en cuanto las vi me encantaron. Eran dos hembras muy simpáticas que nada más verme se pusieron muy contentas y me abrazaron con mucho cariño ¡Esto iba sobre huellas!, los tres nos encantamos y nos fuimos a la que iba a ser mi casa definitiva. Estaba emocionado con mi nuevo hogar. Tenía comida, una cama calentita y una familia a la que querer. Creo que fui un perro muy deseado porque todos estaban muy contentos y me llenaban de atenciones. Eso hizo que en el fondo acabara siendo un perro un poco malcriado, gruñón, mandón y que le haya provocado algún que otro “dolor de cabeza” a mi familia humana. Pero como todo, la edad no perdona y ahora vivo la vida con más serenidad.
Abril conocí a la que iba a ser mi familia. Me daba un poco de miedo, de donde venía no me habían tratado muy bien y no sabía cómo iban a portarse conmigo. Pero en cuanto las vi me encantaron. Eran dos hembras muy simpáticas que nada más verme se pusieron muy contentas y me abrazaron con mucho cariño ¡Esto iba sobre huellas!, los tres nos encantamos y nos fuimos a la que iba a ser mi casa definitiva. Estaba emocionado con mi nuevo hogar. Tenía comida, una cama calentita y una familia a la que querer. Creo que fui un perro muy deseado porque todos estaban muy contentos y me llenaban de atenciones. Eso hizo que en el fondo acabara siendo un perro un poco malcriado, gruñón, mandón y que le haya provocado algún que otro “dolor de cabeza” a mi familia humana. Pero como todo, la edad no perdona y ahora vivo la vida con más serenidad.
Crecí rodeado de atenciones y mimos y yo estaba
feliz, pero de repente un día de verano del año 2004 (lo sé por un calendario
de perretes que había en mi lugar favorito de la casa y de donde sale el
alimento), mi familia trajo a casa un nuevo miembro.
Al principio
estaba desconcertado, era macho eso seguro, pero tenía una forma extraña y se
movía con mucha agilidad. Al momento me dí cuenta que aquello no era canino. En
seguida confirme mis sospechas y me dí cuenta de que no era como yo ¡ERA UN
GATO!, mi archienemigo natural.
Bueno pensé,
está claro que éste se va a quedar en casa así que tenía dos opciones: o
comérmelo o aceptar que había dejado de ser “mascota única”. Elegí lo segundo
porque siempre me educaron en el respeto hacía las diferencias y si Odie podría
vivir con Garfield yo podría vivir con Paco.
Paco era un
pasota, yo esperaba que él me reconociera como jefe, pero menudo chasco, este
tío no conoce amos, es un libertino. Al final decidimos entre los dos que cada
uno tuviera su espacio, yo no lo molestaba a él cuando le dieran esos ataques
de locura tan raros y él no tocaba mis juguetes. Todo controlado
Paco y yo
vivíamos felices en el hogar, cada uno a lo suyo. Hasta que un día del año 2007,
mientras buscaba mi pelota azul favorita, oí ¡Guau Guau!, ¿cómo?, ¡no puede
ser!, hay un intruso en mi casa, y a ese sí que lo reconocía, era un can como
yo.
Salí corriendo
al pasillo y me encontré a un pequeño perrito de gran pelaje, ¿pero de dónde ha
salido este? Me lo presentaron como Bubu. Al principio pensé que era un
cachorrito pero al momento me dí cuenta de que por lo menos ya tenía un año.
Estaba hecho polvo el pobre y tenía una pata rota (¡qué dolor!). Según pude oír
tiempo después a mi amita, el pobre Bubu
había estado un año en una jaula, lo habían dejado para criar perretes como él
pero al final no lo quisieron. Bueno, pensé, es un luchador, se merece un hogar
como yo, le dejaré estar en casa pero
eso sí ¡qué no toque mis juguetes!
Yo ya era un
poco mayor para un compi de juegos, pero
Paco y él encajaron enseguida. Juegan a todas horas, comparten horas de sueño,
lametones…ellos dicen que no, pero yo creo que entre ellos hay algo más que
amistad, no digo más.
La verdad es que
a pesar de todo y de todos creo que he sido un perro muy feliz y que he hecho
muy feliz a mi familia con la ayuda de Paco y Bubu. Lo sé porque siempre nos
saludan con mucha alegría y mi amita dice
que soy la mejor compañía. Sinceramente, y modestia a parte, creo que entre los
tres hemos hecho que sean mejores humanos porque les hemos enseñando a ser
felices con las cosas que realmente importan, les hemos enseñado lo que es amar
incondicionalmente y la verdadera amistad y fidelidad.
Hace poco he
oído rumores que en casa de una hembra de mi familia ha llegado un nuevo
inquilino. Creo que se llama Nico porque
a veces se confunde y me llama por su nombre. Tengo alguna sospecha de que
pueda ser algún familiar de Paco porque mi amita huele como él cuando viene a
casa a que la llenen el cuenco. Yo no sé si algún día llegaré a conocerle, me
gustaría mucho, pero eso sí ¡mis juguetes no se tocan!
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ResponderEliminarHace siglos que nadie usa los cursores personalizados...
ResponderEliminara qué es monísimo!!
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